Recuerdo una vez que me decían que si un niño veía a sus dos padres hombres besándose entonces iba a querer besar a un compañerito del kinder y lo iban a golpear, lo cual me dejó pensando en "¿qué tipo de infancia tuviste entonces?, pues eres un cerdo machista que disfraza de protección lo que es abusar de una mujer".
Los niños, dicen algunos, no deben estar expuestos a ciertas temáticas porque, de nuevo afirman, los "confuden", sin embargo, ese miedo tiene más que ver con los prejuicios e ignorancia que conviene al adulto que estar pensando en lo propios niños.
En los últimos años la sexualidad puesta como algo "normal" desde la infancia ha permitido que los niños tengan un mayor número de herramientas contra el abuso y una mejor capacidad de criterio acerca de todo tipo de diversidad: la económica, racial, cultural, religiosa, política, genérica y sexual, que para muchos padres es sentir que sus creencias son absolutas y que no deben variar en lo que los niños deben pensar acerca de los temas que los "grandes" han sustentado, pensando que es posible no pasar por la rebeldía de la adolescencia o llevar la contra como forma de búsqueda de independencia durante los años difíciles, por más que se quiera frenar esas etapas y hacer la infancia idílica, mayor es la violencia con que se presentan esas actitudes y es mayor el riesgo que hay que existan comportamientos de autodestrucción, abuso de drogas o sexualidad sin seguridad, por intentar meter los prejuicios como principios y a la ignorancia como inocencia, armas que protegen quienes gustan de abusar de la falta de información en los niños, pues el silencio es el arma más poderosa contra ellos.
Sin parecer riesgoso, muchos temas antes tabú se han ido reconociendo y aceptando en ser tratados en los medios dirigidos al público infantil, sin intentar normativizar el comportamiento hacia determinadas Diversidades, haciendo a un lado el discurso de lo correcto y sí respetando la idea de que lo normal, como tal, no existe, además de la defensa al derecho a la indiferencia (que no es la invisibilidad) y el aceptar que esas realidades existen y por más que se intenten ocultar o prejuiciar, seguirán existiendo y que ahora la educación pública las pone de frente sin caer en evidenciar o hablar de "tolerancias".
Hemos pasado de la mera crítica al mundo adulto por medio de la parodia o las insinuaciones a poner el ideal de un mundo sin prejuicios en la gente, lo cual ha sacado del closet a muchas "realidades" que de niños no captábamos por no sernos necesarias durante el crecimiento y que tomamos como algo que simplemente pasaba, afortunadamente ahora, se ha pasado de la falta de contexto a tener una información básica, los niños se dan cuenta de cuando se les miente o se les quiere engañar, el padre que antes, al ver una escena entre dos hombres que expresaban afecto, respondía con odio e imposición su "es que son dos j...tos" y el niño callaba ante la ira del padre, el niño ahora pregunta a los demás el porqué del enojo del padre, en vez de cuestionar lo que estaba presenciado, en su lado consciente, el niño tiene más información por lo que ve, donde no necesariamente le dará importancia más allá de la que da al ver una noticia o escucha de cosas que no están en su mundo inmediato.
El año pasado The New Yorker puso una imagen en portada en que Beto y Enrique (Ernie y Bert) de Plaza Sésamo se dan un abrazo viendo la tv, no vemos rostros ni nada evidentemente gay, solo la intimidad de una pareja, lo que apoyan es el matrimonio igualitario, lo cual no es extraño cuando Plaza Sésamo en su versión sudafricana tiene a Kami, una niña serpositiva en un país donde 1 de cada 9 adultos tiene VIH y muchos niños quedaron huérfanos por la letal pandemia.
Nos decían que había que dejar a los niños en paz en temas que no eran de su realidad, tal vez la violencia gratuita, los posturas raciales o clasistas sean algo negativo porque solo existen en la mente de los adultos que los rodean, pero la sexualidad y la diversidad son temas que si deben existir para ellos, los niños ejercen su forma de ver la sexualidad antes de llegar la etapa de la adolescencia y entre mejor informados estén, mejor será para ellos la forma en que decidan formar su vida sexual cuando descubran su sexo, su sexualidad, su genitalidad, su orientación y, sobre todo, su identidad sexual.
Si hicieramos más seguido hacer caso a los niños entenderíamos que un mundo mejor es aquel en que la única palabra obscena no es sexo ni amor, es ignorancia.
0 comentarios:
Publicar un comentario