Otros días, otros ojos
El siglo XX fue el siglo de la imagen, a pesar de ello el contexto, la explicación y el argumento siguen siendo válidos a estas alturas del siglo XXI, una imagen puede ser interpretada de tantas formas que podemos acabar sin conocer realmente lo que buscábamos de esta, los símbolos tienen el peso que la gente les da y aunque no es necesario conocerlos profundamente saber su origen, por molesto a veces que es, ayuda a comprender que hubo un largo proceso de selección y adecuación para dar el significado moderno, incluso la palabra es un símbolo si vemos como se ha ampliado su función en la comunicación, vale por sí misma y tiende a pesar más allá de ideologías.
¿A qué viene todo esto? pasan los años y las mismas preguntas, los mismos temores y las mismas ideas, el lento avance de la información que amplía la base más no afecta a la totalidad, el cambio de estrategias e incluso la entrega a la pasividad que para muchos es sinónimo de un nivel de consciencia “si lo buscan lo encontrarán” sin suponer si existe realmente ese deseo de saber y si se conoce el modo de hacerlo.
Para la Diversidad Sexual Psico-Afectiva (antes colectivo LGBT) la transmisión de la información en términos tan generales como los grupos de la Diversidad hasta la forma de relacionar a cada persona con la gente que le es afín ha significado un cambio en la manera de hacer que la información no se diluya y pierda entre los procesos sociales que cada día se construyen, alimentan, corrigen y desaparecen formando lo cotidiano. Cuando iniciamos esta larga marcha, formalmente al final de los años 70, las consignas eran sencillas, una igualdad y reconocimiento de la identidad del distinto dentro de un modelo social creado para la heterosexualidad que se suponía era la correcta y única respuesta, con los años se ha reconocido cambios en el discurso, los derechos humanos plenos, los logros sociales el cambio de tolerancia por respeto y el enfrentamiento ante la inercia de quién nunca se le dijo que podía replantear su posición y menos aceptar que había otras realidades.
Actualmente se confunde mucho la integración y apertura como una extensión del grupo mayor, una asimilación de formas y conductas de lo que se considera mayoría se reelabora dentro de las minorías, en cierta forma por hacer comprensibles ciertos procesos sociales y ampliar los ya existentes, pero no asistiendo a que hubo ideas nuevas y originales, algunas superadas o incluso desechadas, pero otras bien cimentadas en un proceso común, la reeducación de los pueblos.
El punto inicial sigue presente, ahora vemos que discursos que ya no son tan válidos y se cuestionaron muchos hace varias décadas aparecen como nuevos entre la gente de la Diversidad, las mismas palabras que intentan esclarecer las necesidades inmediatas como ¿eres activo o pasivo?, ¿te gusto o no?, ¿tienes lugar?, ¿nos vemos ahorita? y muchas más, reductos de una imposibilidad de crear una relación por medio del intercambio de ideas y la necesidad de hacer comparaciones que “salten” el proceso de conocimiento, algo no exclusivo de la Diversidad actualmente, pero sí evidente en los medios electrónicos donde la posibilidad de encontrar alguien “real” ha bajado casi al 5% o menos y la relación impersonal, llena de lugares comunes y mera información neutra, sustituyen a la persona.
En el otro lado, en el medio de las ideas, muchos tópicos se hacen a un lado, se habla tanto de cosas superfluas y sin sentido que al llegar a un tema importante se le ve como una indefinición, si te preocupas por eso, me comentó una persona alguna vez, entonces algo malo te pasa; argumento del no a cualquier posibilidad de ampliar y conocer un término. La información ahora está presente a un grado enorme, hay documentación de casi todo y por todo, pero la consecuencias de la ignorancia siguen presentes y proporcionalmente han ido en aumento, ¿el problema? no son los medios, estos existen y lo que transmiten se da sin importar el cambio en la forma de hacerse, tampoco es la persona, con problemas, capacidades y una formación que le permite entender, tal vez ahora con un mayor vocabulario pero no una manera de formarlo coherentemente, aun así, idéntico al que había antes cuando pensar y razonar eran vistos como ofensas a los totalitarismos reductores del pensamiento.
Tal vez no suena esperanzador, sin embargo el ir creado y formando puntos de contacto encuentran un eco, dan a entender que la “otredad” el sentido real de lo Queer (lo raro), se forma de muchas respuestas a inquietudes individuales que en otros tiempos eran reprimidos ante la imposibilidad de ponerlas en palabras, el fin de la inocencia fue hace ya mucho tiempo y aún hay quien cree que se puede reconstruir y aislar a los que siguen en un intento de rectificar el camino que se ha desviado.
Si no fuera por los medios de la modernidad no sabría un hombre homosexual que su posición de sentir su masculinidad como complemento de otra masculinidad no lo hace diferente sino cercano a varios grupos, no sabría una persona que gusta de jugar al poder que la solución no es la aceptación de un silencio ante el maltrato sino un forma sana de construir su propia identidad, tampoco habría una mujer que actuando de forma prudente y callada haría logros importantes con su vida sin hacer sentir incomodidad al marido en otros tiempos sería ahora simplemente una mujer soltera o en una relación de iguales con una pareja; son muchos ejemplos que ahora se hacen evidentes, pero que no han podido eliminar prejuicios para que esta información que los formó y los hizo crecer interiormente sea del conocimiento y manejo cotidiano, ir solo, para muchos, es motivo de miedo, para algunos es liberador, para el común algo imposible de aceptar, pero el proceso interno le corresponde a otro momento de estudiar, ahora lo importante es transmitir la información y hacerla activa, socializarla, si se forman de ella medios permanentes, como son los libros, grabaciones, películas o esta en la omnipresente Red no es para declarar que “ya está dicha”, pues sería tener de nuevo los libros cerrados, los cines vacíos, la radio apagada y estar ante el vacío de la mente entretenido con el sonido del viento o el susurro constante y monótono de la muchedumbre, hay que ser activos en la difusión, hay que tener un propósito y de ahí partir, solo así romperemos esa inercia fincada en la suposición de que todo ya está dicho sin ver que cada nuevo ser necesita pasar por un proceso idéntico a la evolución de las ideas en su propio ser y que no serán los padres los que dirán lo que es la otredad sino que pondrán como única condición su vivencia como verdad absoluta, aún si se lavan las manos y la dejan en manos de otros que creen mas capaces de enseñar, el ejemplo será lo primero, no todo el esfuerzo de los segundos.
de “La socialización de la información: las palabras son armas de dos filos”
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Gerardo Spíndola
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